La
creación de mandalas ––término
sánscrito que significa “círculo sagrado”–– suele definirse como una actividad
con enormes beneficios para quien se embarca en ella. Y si bien todos los que
han trabajado con mandalas lo saben por experiencia propia, también desde afuera
del campo del arte se ha hecho, y se hace, referencia a los beneficiosos efectos de crear mandalas.
Vale
aclarar, en primer lugar, que los mandalas pueden ser de diversos tipos: los
hay pintados sobre papel, sobre vidrio, tejidos…
Algunas visiones sobre los mandalas
Ya
en la primera mitad del siglo XX, el renombrado psicólogo Carl Jung abordó el tema de los mandalas y su importancia no solo como
identificadores de desequilibrios emocionales de las personas ––pues los
consideraba la expresión visual de la mente en un momento dado––, sino como un
medio para otorgar el balance que el paciente necesitaba. De sus experiencias,
Jung concluyó que los mandalas tienen propiedades relajantes y curativas.
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El psicólogo Carl Jung fue un estudioso de los mandalas. |
Por
su parte, Carol Delue, terapeuta del
arte, comprobó el papel que la experimentación con mandalas jugaba en niños de
hasta 10 años de edad; bastaban solo cinco minutos pintándolos para que los
niños se relajaran.
Otros
estudiosos del tema verificaron una ostensible mejora en la capacidad de
concentración de gente con déficit de atención; el equilibrio logrado por
pacientes con discapacidades mentales, y la reducción de la ansiedad y el
estrés. Incluso hay institutos en los que se les recomiendan a los pacientes oncológicos.
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Mandala pintado. Es una de las muchas posibilidades que podemos explorar. |
A
pesar de que hay otros estudios que no comprueban nada de esto, los defensores
de los mandalas y los terapeutas que se apoyan en el arte se muestran críticos
de la metodología a la hora de recabar los datos, y del poco tiempo de
experimentación que se les da a los sujetos, hecho por el cual los beneficios
no llegarían a traducirse en cifras específicas, como la frecuencia cardíaca, presión
arterial, temperatura corporal y otros.
Sea
como sea, no hay nadie que, luego de trabajar con mandalas, no asegure que se
siente relajado, más tranquilo, que ha logrado concentrarse y sacar a relucir
su creatividad…
Para recapitular: beneficios de los
mandalas
Más
allá de los datos cuantitativos con que la ciencia trata de determinar los
beneficios de tal o cual actividad, hay que decir que no todo es reducible a
cifras. Porque, como decíamos más arriba, al margen de los números, todos los
que crean mandalas aseguran sentirse mejor.
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Mandala tejido de ocho puntas. |
Aquí
enumeraremos algunos de esos beneficios: son recomendables para todas las
edades, y no hay casi nadie que no pueda experimentar; la juventud, la vejez,
la enfermedad y la discapacidad no son impedimentos para explorar el mundo de
los mandalas. Cumplen un rol importante en la relajación, estimulan la
creatividad, propician la apertura de la mente y la concentración. No menos
relevante es el autodescubrimiento, la reunión con la propia intimidad, ya que,
mientras se crea un mandala, la persona se aísla de las influencias externas y
consigue una comunicación e identificación total consigo misma. Además, son muy
recomendables para levantar la autoestima, pues… ¿quién no se siente mejor al
ver que puede llevar a la realidad aquello que ha planeado?
Los
cultores acérrimos de los mandalas aseguran que tener uno colgado en casa nos
llena de energía positiva y protegerá nuestra salud, que poner uno en un
negocio traerá prosperidad…
Eso
es otro asunto: las creencias son personales. Al fin y al cabo, lo que más
importa es lo que uno siente, y nadie puede venir a cuestionarlo, ni siquiera con un manual de ciencia bajo el brazo.
¿Y
qué dices: comienzas hoy con los mandalas?
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