Al atravesar un embarazo,
el cuerpo y la conducta de las mujeres experimentan incontables cambios:
físicos, hormonales, de carácter… Hoy nos detendremos en un aspecto particular
y al que se le debe prestar especial atención: la alimentación durante el embarazo.
El incremento del hambre y la ansiedad propios de este
período ubican a la comida en un lugar preponderante. Si a esto le sumamos la
frecuente acidez y náuseas y, sobre todo, que la mujer debe nutrir a esa vida
que se está gestando en su interior, veremos que la alimentación pasa a ser un
aspecto fundamental a considerar.
Ahora bien, teniendo en cuenta todos estos aspectos, ¿qué es
lo que no puede faltar en la dieta de una embarazada?
Un mito que vale la pena desterrar es que la mujer
embarazada tiene que “comer el doble”. En realidad, lo que se debe perseguir es
una dieta saludable, variada y que cubra
los requerimientos nutricionales.
Las frutas y verduras son fuente de sustancias indispensables para llevar un buen embarazo. |
Lo que no puede faltar
El hierro, el calcio y el ácido fólico son componentes indispensables en la dieta de una
embarazada ––en verdad, de toda mujer––, pues no solo fortalecerán su organismo, sino también el de su bebé, ya que
prevendrán malformaciones congénitas. Y si bien pueden ser suministrados por el
médico en forma de suplementos, es importante generar conciencia
acerca de lo valioso de una alimentación sana y variada, y ampliar los
conocimientos en este tema.
Desayuno y merienda
Para cubrir los 1.200 miligramos de calcio que requiere una
embarazada, se puede empezar el día con un yogur, frutas y pan integral con
queso. Una alternativa interesante consiste en sumar frutos secos, que
aportarán omega 3.
Luego, para evitar la constipación es recomendable incluir
fibras en forma de cereales y panes integrales.
Asimismo, se deben evitar las infusiones como el café y el
té, ya que funcionan como estimulantes que pueden afectar al bebé.
El almuerzo y cena
Como es indispensable la ingesta de hierro, no pueden faltar la carne
y ciertas verduras; y a la vez, para
facilitar la absorción del hierro, es necesario incorporar vitamina C, que está presente en los cítricos. En caso de sufrir
acidez, podemos hallarla, por ejemplo, en durazno o el kiwi.
El arroz integral
es otros de los platos fundamentales, y puede acompañarse con acelga, espinaca
y demás verduras; una tortilla de
verduras también será buena fuente de nutrientes, aunque se recomienda
prepararla con clara de huevo, prescindiendo de la yema.
Otro de los infaltables es el pescado, en cualquiera de sus formas: atún, sardina, natural, en
lata… Nos proporcionará buenas cantidades de omega 3.
A la hora del postre, la gelatina es una buena alternativa, ya que contiene una gran
proporción de otro elemento infaltable: agua. También la ensalada de frutas o un flan
con leche descremada.
Equilibrio y variedad
Estar embarazada no implica comer de más; tampoco engordar.
De lo que se trata es de cubrir las necesidades
nutricionales de un cuerpo que está cambiando y dentro del cual se está gestando
una vida. En este sentido, la variedad de alimentos ––procurando evitar las
grasas, las infusiones y el alcohol–– será fundamental para cimentar de la
mejor manera al bebé. Y en caso de que haya ciertas comidas que no te gusten,
podrás compensar con suplementos vitamínicos
y minerales que te indicará tu médico.
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