El glaucoma es
una enfermedad del ojo generalmente provocada por el incremento de la presión
ocular al interior del órgano de visión. Genera un daño irreversible en el
nervio, lo cual, a su vez, va deteriorando la visión, al punto de quitarla por
completo.
Decimos “generalmente” porque el grado de correlación entre
la presión ocular y el glaucoma no se da en la totalidad de los casos. Es que se
ha detectado esta enfermedad en personas con presión ocular baja y, a la
inversa, no todos los que tienen presión ocular alta la padecen.
La presión ocular
se origina por la dificultad en el drenaje del humor acuoso, un fluido que se
ubica en la parte anterior del ojo y es drenado hacia el torrente sanguíneo a
través de unos canales situados en el extremo del iris. La acumulación del
humor acuoso redunda en el aumento de la presión ocular.
Enemigo invisible
Un dato a tener en cuenta con respecto al glaucoma, es que
se trata de una enfermedad que no presenta síntomas y cuya progresión suele ser
lenta. En efecto, en la generalidad de los casos no da indicios; solo en las
variedades más graves de la enfermedad, y en etapas avanzadas, pueden
presentarse señales como dolor y enrojecimiento de ojos, visión nublada, aparición de haces de
luz en el campo visual, náuseas y vómitos. Y si no se comienza un tratamiento
de inmediato, el deterioro o la pérdida repentina de la visión. Por desgracia, una
mínima demora ante la aparición de estos síntomas podría desembocar en daños
irreversibles. Y ya será demasiado tarde incluso para consultar con un médico.
Pero lo más usual, como decíamos, es la ausencia de indicadores
de alarma. Esto vuelve indispensable la realización de controles periódicos con
el profesional oftalmólogo quien, llevando a cabo una variedad de estudios,
podrá detectar la enfermedad y planificar un tratamiento. La detección temprana
es fundamental: puede significar la diferencia entre ver y no ver, con el
agravante de que la ceguera causada por glaucoma es irreversible.
Se calcula que en la actualidad, una de cada seis personas
ciegas lo es por causa del glaucoma. Esto habla de la gran incidencia de la enfermedad
en la salud visual de la población mundial: de hecho, se estima que para el año
2020 habrá unos 80 millones de afectados por este flagelo.
Factores de riesgo
La detección por parte del oftalmólogo es fundamental para evitar mayores problemas. |
Factores de riesgo
Hoy sabemos que la presión ocular elevada no constituye el único factor de riesgo; además, hay otras causas que pueden desembocar en el glaucoma: la edad —las personas mayores de 40 años tienen más riesgo—, la herencia genética y enfermedades como diabetes, miopía, y las cardiovasculares, sin dejar de mencionar las vinculadas con la tensión arterial.
Tratamientos para el glaucoma
En la actualidad hay diversos tratamientos para esta enfermedad,
que se pondrán en práctica dependiendo de la variedad y gravedad del glaucoma. Entre
los tipos de glaucoma existen el de ángulo
abierto —en el que el drenaje se bloquea de manera progresiva—, el de ángulo cerrado —cuando directamente se
bloquea el drenaje, precipitando los inconvenientes—, el de tensión normal —cuando se produce sin
necesidad de que exista presión ocular alta—, el congénito, y los secundarios,
provocados por lesiones en los ojos.
Y a pesar de que la presión ocular alta es solo un aspecto
del problema, la mayoría de los fármacos se orientan específicamente a reducirla,
bien sea disminuyendo la producción del humor acuoso, o bien acelerando su
absorción, por medio de medicamentos que se aplican en gotas, conocidos como colirio.
Por supuesto que en los cuadros de mayor gravedad se acude a
procedimientos quirúrgicos. Entre las cirugías podemos mencionar la trabeculoplastia con
láser, que se usa para contrarrestar el glaucoma de ángulo abierto; la
iridotomía e iridectomía periférica para los casos de ángulo cerrado; la
trabeculectomía y la cirugía de derivación acuosa.
0 comentarios:
Publicar un comentario