Seguramente cada uno de nosotros conoce a alguien que padece
várices y, como consecuencia de ello, se rehúsa a mostrar sus piernas. Pero,
¿qué son las várices?
Se trata de un problema de las venas, los conductos por donde
la sangre realiza el viaje entre los diversos órganos del cuerpo y el corazón.
Por diversos factores, las venas pueden sufrir ciertas alteraciones que
dificultan la correcta circulación de la sangre. Esto hace que el fluido se
acumule en la zona afectada, inflamando la vena y dando ese desagradable
aspecto.
Si bien pueden afectar a todos, en un 75 % de los casos, las
várices son padecidas por mujeres; y de entre ellas, se estima que
aproximadamente un 80 % sufre telangietasias, las famosas “arañitas”.
Claro que las cifras no son alentadoras. Sin embargo, hay
mucho por hacer si se quiere evitar este problema o, al menos, detenerlo.
Factores de riesgo y prevención
Si nos detenemos en las causas de las várices, debemos decir
que las hay de dos tipos: las inevitables y las evitables. En el primer grupo
entran la herencia genética, el sexo ––ya mencionamos que la mayoría de las
veces afecta a las mujeres––, la edad ––la posibilidad de adquirirlas aumenta
de la mano de la edad–– y los desequilibrios hormonales.
En el segundo grupo de factores, los evitables, y en los que hay que enfocarse para prevenir la aparición de várices, podemos
mencionar la obesidad, el tabaquismo, la falta de actividad física, el
estreñimiento, la exposición al calor y estar parado o sentado por períodos
prolongados. Evitar estos hábitos será fundamental para minimizar el efecto de las várices y detener su desarrollo.
Es importante actuar antes de que las várices hayan avanzado demasiado. |
A pesar de que en algunos casos no generan molestias
físicas, buena parte de quienes padecen várices han indicado una sensación de
hormigueo acompañada de ardor y picazón; aparte, claro, de hinchazón y pesadez.
También pueden manifestarse a través de calambres y, por supuesto, la emergencia
de venas inflamadas con tonalidades verdosas o azuladas, la cara visible del asunto, y en muchas ocasiones el detonante de la (ya tardía) consulta con el médico.
Ante la aparición de estos síntomas se recomienda visitar al
médico, ya que se pueden generar complicaciones, como endurecimiento y sequedad
de la piel, hemorragias y lastimaduras derivadas del rascado, e infecciones,
entre otras. Mientras tanto realízate masajes en las zonas afectadas, hidrátalas con agua y trata de mantener la pierna hacia arriba.
En la consulta, el médico realizará un eco-doppler, que
permitirá analizar el flujo de las venas y detectar inconvenientes. Si el
problema lo amerita, el profesional podrá indicar medicamentos que fortalezcan
a la vena, anticoagulantes y, en ciertos casos, la microcirugía.