Ni siquiera una gran panza es excusa para no ponerse a hacer
ejercicio. Por supuesto que, como siempre decimos, es fundamental, a la hora de
comenzar a ejercitar ––y no solo cuando hablamos de embarazadas––, realizar una
consulta con tu médico para descartar posibles consecuencias negativas y
recibir información acerca de qué puntos trabajar, y con qué intensidad.
Ahora bien, una vez que lo conversaste con tu médico, el ejercicio para las embarazadas es una
excelente opción.
¡Prueba con la natación! Es uno de los ejercicios más completos. |
Beneficios de ejercitar durante el embarazo
Aparte de la liberación de endorfinas que cualquier
actividad física genera en nuestro cuerpo ––lo cual redunda en una sensación de
bienestar––, hay muchos motivos para ponerse en movimiento.
Por ejemplo, te servirá para mejorar la postura por medio
del fortalecimiento de determinadas zonas, como la espalda y el abdomen. No
olvides que llevarás unos kilos de más, y cargar con eso se hará sentir.
El ejercicio durante el embarazo hace que la sangre circule por el organismo a
mayor velocidad, lo que permite una mejor oxigenación no solo de la madre, sino
también del pequeño.
Adicionalmente, el ejercicio puede ser de ayuda la hora de
controlar tu peso: muchas embarazadas aumentan demasiados kilos y luego les
cuesta recuperar la forma.
Además, el acondicionamiento físico te facilitará en gran
medida el trabajo de parto, pues ampliará tu capacidad pulmonar y fuerza,
dándote la confianza necesaria para afrontar ese “desafío”.
¿Qué zonas ejercitar?
Son dos las posibilidades: que a lo largo de tu vida hayas
hecho ejercicio con regularidad, o que seas de las que prefieren el sofá y las
pelis…
Si entras en el primer grupo, podrás hacer actividad física
regulándola de acuerdo con tu capacidad. La ventaja es que ya conoces tu
cuerpo, tus puntos fuertes y tus limitaciones, por lo cual te resultará
sencillo planear tus rutinas.
Pero si nunca has ejercitado, hay unos tips que te pueden
ser de utilidad:
· Las zonas clave
para trabajar son los abdominales y la espalda. También te ayudará centrarte en
la flexibilidad.
· No es
indispensable que te ejercites de manera tradicional, por ejemplo, con los
clásicos abdominales en el suelo. Hay numerosas opciones que forlacerán tu
cuerpo: nadar, caminar, bailar, pilates, practicar yoga… ¡Alguna de ellas te
gustará!
El yoga es una de las opciones más saludables para las embarazadas. |
· Aumenta la
intensidad gradualmente, pero no llegues al límite. Recuerda no sobreexigirte,
ya que tu respiración podría verse dificultada y, en consecuencia, perjudicar a
tu bebé. Con que aumentes uno o dos minutos por día, es suficiente.
· Mantente atenta
a lo que dice tu cuerpo. Debes detenerte ante cualquier dolor, mareos,
hemorragias, contracciones o hipertensión. Y, claro, ¡corre a ver a tu médico!
· Hidrátate. No
esperes a tener sed para beber líquidos. La sed te indica que ya estás
deshidratándote. Y, obvio, tu bebé.
· No te expongas a altas temperaturas ni ejercites en los
horarios pico, porque podrías descompensarte.
· Evita los
movimientos bruscos e impactos ––y ni hablar de los deportes de contacto––, que
repercutirán en tu pequeño.
· No olvides calentar
antes ni estirar después de la sesión de ejercicio.
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