¿Hay una relación entre la
alimentación y el sueño? ¿Existen alimentos que ayudan a conciliar o, al
contrario, entorpecen el sueño?
La respuesta es sí, aunque el asunto no es tan simple…
Es que juegan un papel fundamental los hábitos que tenemos al alimentarnos.
Por ejemplo, la hora en que lo hacemos, comer demasiado o ingerir comidas
“pesadas”, aquellas cuyo proceso de digestión demanda mayor tiempo.
Por supuesto que la cena es el momento clave al referirnos
al vínculo entre la alimentación y el
sueño. Lo más recomendable es consumir alimentos que sean fáciles de digerir, de modo de no
alterar el reloj biológico, que afecta a cada uno de nuestros órganos. El
estómago y el intestino, al igual que nosotros, necesitan un período de descanso.
Pero no solo se trata de tipo y cantidad de alimentos; a la
vez, resulta básica la actitud a la hora de comer. Hay que procurar estar
tranquilo, tratando de dejar de lado las preocupaciones, ya que repercutirán de
manera negativa en el proceso de la digestión.
Hay alimentos que, por su constitución, nos permitirán
lograr un sueño más profundo y
placentero, pues favorecerán la producción de melanina, una hormona relacionada con el sueño.
Los arroces, las pastas, la banana, la piña, la soja y las frutas
secas son amigos del buen dormir. Las almendras, por caso, son ricas en
magnesio, lo cual ayuda a la conciliación del sueño. El mismo papel cumplen las
carnes blancas ––pescado y pollo––, por su alto contenido de vitaminas B1 y B2,
además del Omega 3 y Omega 6, todas sustancias que colaboran con el sueño.
Pueden incluirse en esta lista los panes integrales y la palta.
También se destacan los alimentos con buenas proporciones de
almidón, como la papa y batata, aunque, claro, en pequeñas cantidades, para no
dilatar el proceso de digestión.
Qué alimentos evitar
Hay comidas que es preferible no ingerir por la noche si se
quiere lograr un buen descanso. Entre las verduras se destacan la cebolla, el
ajo, las coles y los pimientos. Aparte, deben evitarse las lentejas y porotos a
la hora de cenar: y en menor medida, las carnes rojas. Esto no significa que
los eliminemos de nuestra dieta: de hecho, es conveniente incluirlos en las
comidas diurnas, pues son una gran fuente de nutrientes.
Con respecto a las bebidas, es preferible no tomar gaseosas
o, de hacerlo, elegir las que no tienen azúcar, si bien lo ideal es el agua. Por
otro lado, se recomienda no beber café por la noche, ya que debido a la cafeína
y su acción estimulante puede entorpecer el sueño, y lo mismo ocurre con el té
negro. Sin embargo, hay ciertos tipos de té que no interfieren en el descanso:
los de hierbas, manzanilla, tilo y azahar son algunos de ellos. Ninguno de
estos contiene sustancias estimulantes, por lo cual colaborarán con el buen
sueño.
La receta: el equilibrio
Claro que cada cuerpo funciona a ritmo diferente, y lo que
para algunos es un inhibidor del sueño, puede que no lo sea para otros. No obstante, es
preciso “ayudar” al organismo. Por eso, más allá de las diferencias
constitutivas de las personas, hay datos a considerar: no ingerir porciones
abundantes por la noche, evitar ciertos tipos de alimentos, bebidas e infusiones y, no
menos importante, comer relajado y no muy tarde, procurando no saltearse ninguna
comida durante el día.
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